6/5/09

Hoy me puse las pantuflas

"Pónganse toda la armadura de Dios
para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo"
Efesios 6:11.

Esta mañana temprano, durante el desayuno, develé científicamente que ya no es época de ojotas... y lo corroboré personalmente cuando el frío otoñal de 8º empezó a pegarme en los dedos de los pies, dejándolos rojos y acalambrados. Sucede que hasta hace unos días atrás el calor que vivíamos del eterno verano del 2009 todavía se sentía, y para mis pies eran suficientes las ojotas. Pero ya no, por eso mismo hoy fue necesario... hoy me puse las pantuflas.

En el plano espiritual sucede algo similar al episodio de mis pies. Así como el otoño y el invierno nos demanda archivar nuestras ojotas, las cómodas bermudas, y las livianas remeras para vestirnos con ropa más abrigada (porque de lo contrario no sólo sufriremos un espantoso frío sino que también correremos el riesgo de pescarnos alguna gripe) debemos también salir a nuestro diario andar protegidos ante el inminente ataque de nuestro enemigo el diablo.

No porque sonaba poético Pablo escribió en el pasaje de Efesios 6:11 el consejo de ponernos una armadura para hacer frente al enemigo. Seguramente él conocía por experiencia propia de estos ataques, y que no eran suavecitos, sino de artillería pesada; y de la misma manera que una pantufla cubre un pié del frío, sólo una armadura bien puesta salvará nuestra vida.

Ponernos toda la armadura implica: Afirmarnos con el cinturón de la verdad, protegernos con la coraza de la justicia (v14), calzar nuestros pies con la disposición de proclamar el evangelio de la paz -con pantuflas si está frío- (v15), tomar el escudo de la fe para apagar las flechas del maligno (v16), ponernos el casco de la salvación, y tomar la espada del espíritu, que es la palabra de Dios.

Noten que cada parte de la armadura son para defensa de los ataques, pero Pablo termina el relato con una espada (la palabra de Dios) como parte de la armadura, y esto nos da el poder a nosotros para atacar, es decir no se trata de una defensa pasiva y miedosa, sino activa, haciendole frente con valor como un gladiador en batalla.

El pasaje además agrega un plus, y es la oración constante, en todo momento, para mantenernos alertas.

Cada vez que comiences un día nuevo, vestite con esta armadura, meditando en su palabra y orando en todo momento, como dice el salmista: "Muy temprano me levanto para pedirte que me ayudes, pues confío en tu palabra" (Salmos 119:147)

Así como nos tratarían de locos e irresponsables si saliésemos a la calle con ojotas, bermuda y musculosa en una mañana otoñal de 8º, debemos también estar atentos y comenzar cada uno de nuestros días protegidos por el espíritu de Dios.



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